octubre 03, 2009

I wish I was special...

Tenue luz que se unía con pasión al pausado respirar de Michelle; Michelle, que yacía (con vida) sobre el ropero de su habitación con los párpados de sus lindos ojos pegados el uno al otro renunciando a separarse aunque llegara el fin del mundo.


Michelle, que olvidó cuantísimo detestaba el tacto del polvo o el olor a humedad, que no encontró otro lugar mejor para esconderse de la realidad que la parte alta de su ropero, allá donde sólo los ácaros y las arañas habitaban, allá donde nada ni nadie (a excepción de los ya mencionados) podría alcanzarla.

No sólo había renunciado a traspasar la puerta de su casa, su hogar, además había cerrado su habitación con llave y se había amotinado sobre el ropero. Su habitación, su templo, su útero personal, con sus plantas y sus ratones, los únicos seres vivos que mostraban agradecimiento a su mera presencia.


Porque... porque todos y cada uno de los seres humanos se había olvidado de ella, todos y cada una de aquellas personitas que caminaban, hablaban, compraban y sonreían, habían olvidado que en aquella enorme casa, allá sobre el ropero, había una jovencita de pelo rubio cardado y manos sucias por el polvo.

"En lugar de ir hacia adelante, voy hacia atrás con una rapidez vertiginosa", se dijo a sí misma a la vez que apretaba sus puños contra su pecho en una indiscutible posición de feto. Y entonces se vio a sí misma en aquel restaurante, justo en el momento en el que comenzaron a entrar "cientos de personas".

Y entonces... Entonces no pudo evitar salir de aquel lugar aterrada, tratando de ocultar sus lágrimas fijando la vista en el paisaje al otro lado del cristal, donde los osos y los tigres jugueteaban con sus iguales, chapoteaban y se tumbaban a la sombra.

Y entonces... Entonces pensó que prefería la compañía de un oso o de un tigre, antes que tener que soportar la idea de un recinto atestado de personas totalmente desconocidas para ella.


El recuerdo terminó con la sensación de que al fin había hallado el motivo de su huida y enclaustramiento, y con la ausencia así del sentimiento de superación que debía tener, con una batalla perdida más, con un fracaso que engrosaba una larga lista de infortunios que comenzaban a resultar una carga bastante pesada para una espalda tan frágil como la de Michelle Rose.

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