junio 09, 2011

Die Angst

==> Yo
Me exploto. Me duermo en tus rodillas y te muerdo el ombligo. Sentir el éxtasis de tu piel no sería suficiente para calmar mi dolor.

Bésame. Bésame una y otra vez chocando tus labios contra las teclas de este viejo piano desafinado.


Se acurruca a las puertas de aquella habitación donde el discurrir de la música es eterna. Siente miedo. Llora. Le tiembla el corazón entre las manos. Escucha la bella melodía, mas es incapaz de chocar sus nudillos contra el muro de acero.


Recoge los pedazos de mi alma y haz el puzzle de mi vida, de nuestra vida juntos. Sé la droga que relaje mis latidos, que me salve de las distancias más allá de mis pies.

Me deshago entre tus brazos. Te necesito.

Enredarme en tu pelo no me salvaría de todo lo que se acumula hoy en mi desván. Ser tu público durante todas las noches de un verano eterno de jazmines no me devolvería la inocencia de mis raíces, cuando amor era un sentimiento y no una mentira más.

Mátame. Bébete a sorbo hasta la última gota de mi música, que es tan tuya, que tanto te debe. No dejes nada vivo, no permitas que haya testigos de tu carnicería.

Tengo miedo, amor mío. ¡Tengo tanto miedo!
Me aterran las citas de duelos, aquellas en las que llora uno solo mientras el otro vive la resurrección perfecta. No quiero más puñalitos en mi centro, que se resiente, que se queja, pues cada uno de ellos supone un fracaso más que ahoga mis sueños, que me arrebata una nota cada vez, que tiñe de blanco mi pelo.

Arriesgar sería lo correcto.
Y el miedo...
Pero... El miedo paraliza, el miedo ata las fuerzas necesarias para arriesgar.

Vivo de tu música.
Cállate.
Apaga las luces.

Desnúdate; desnúdame.

Acércate a mi oído, corazón, cántame los versos más tristes que conozcas, canturréame la melodía más melosa que te dicte el corazón. No me cojas de la mano, dejemos que la música sea el lazo que nos ate, tan fuerte que ninguna fuerza pueda jamás separarnos.


Tu Media Langosta

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